Durante la
campaña electoral para las elecciones del 8D, el candidato por la MUD a la
reelección de la alcaldía Mayor de Caracas, Antonio Ledezma, se empeña con
esmero en cada actividad del día. En sus discursos, se manifiestan dos rasgos
de su personalidad: el primero, un demócrata con valores muy arraigados; el
segundo, un individuo paternalista que recuerda al clásico caudillo
decimonónico. Sin embargo, en el transcurso de la jornada, uno domina al otro
| Cortesía de Prensa Alcaldía Metropolitana |
La tarde-noche
llegó con brisa. El reloj marcaba las 6:30 pm. La cancha de fútbol sala del
polideportivo de la urbanización San Luis, en El Cafetal, estaba llena de
sillas para que los vecinos —doñas incluidas— pudieran estar cómodos. El
ambiente era parsimonioso, las personas esperaban con paciencia. Aguardaban a
tres figuras políticas: Antonio Ledezma, David Uzcátegui y Gerardo Blyde. Se
trataba del último evento del día para el alcalde Metropolitano.
Taita, del latín tata, o padre. Según la
Real Academia Española: voz infantil con la que se designa al padre. En
Venezuela el término era usado por el llanero. El taita es una figura paternal,
también vista como un protector, como alguien que ayuda, aconseja, apadrina y
enseña.
Todo el día en campaña
Normalmente,
Antonio Ledezma trabaja desde muy temprano en su despacho de la alcaldía
Metropolitana —para la que fue electo en 2008—, ubicado en la avenida Urdaneta.
En época electoral, es el lugar en el que menos permanece. Se la pasa en la
calle. Asiste a mítines desde las 6 am, y así va, de lugar en lugar, a medida
que transcurre el día. El último evento suele empezar a las 7 pm.
Ledezma nació en
San Juan de los Morros, Guárico, el primero de mayo de 1955. Es abogado, con
postgrado en gerencia pública. En 1973 se unió al partido Acción Democrática
(AD), donde militó hasta el año 2000. No obstante, su hermana Blanca Ledezma
afirma que desde su época en el liceo Juan German Roscio se interesó en la
política. “Siempre estuvo metido en ese mundo. Afortunadamente, nunca ha dejado
de lado la humildad. Siempre ha sido sencillo, como buen llanero”, recuerda.
En sus inicios,
Ledezma fue discípulo de Ricardo Montilla, miembro fundador de AD y gobernador
de los estados Guárico (en dos ocasiones) y Apure. Montilla fue un hombre
reconocido por sus valores democráticos. “Mi tío Ricardo reconoció las
condiciones de líder y demócrata de Antonio. Durante las campañas electorales
compartieron mucho en la casa de mi abuela Cecilia en El Sombrero. Si yo no
estaba en casa, él pasaba la noche en mi cuarto”, rememora Iván García, nieto de Cecilia Montilla,
hermana de Ricardo.
El martes 12 de noviembre,
a las 12:00 m, Ledezma se encontraba, junto a Ismael García, debajo
de un toldo en la plaza Brion de Chacaíto. El sol era recio, pero el techo de
tela protegía a los presentes. La mayoría de las sillas estaban ocupadas por
jóvenes —el resto por señoras que hace tiempo dejaron la adolescencia— de
franelas azules que llevan detrás el nombre del candidato llanero. Algunos
llevan gorras con la bandera tricolor estampada. Muy cerca del candidato está
su equipo de prensa. Algunos transeúntes se detienen a presenciar el acto,
otros se quedan por unos cuantos minutos y se van; y hay los que, sencillamente, siguen su
camino.
El alcalde Metropolitano
viste camisa azul y jean del mismo color. Utiliza esta combinación con
frecuencia en los actos públicos y vallas propagandísticas. “El objetivo de estos colores no es rejuvenecerlo,
porque ¿cómo rejuveneces a un hombre con canas? La idea es mostrarlo sereno”,
asevera un integrante de su equipo de prensa.
“¡Ledezma, te amo!”
El
candidato le habla a los presentes y a
unas cámaras que filman el encuentro:
—Lo bueno se
hace esperar, hay que luchar por la juventud, que es un divino tesoro. Debemos
cambiar los tanques por escuelas.
Los jóvenes
aplauden y alzan banderas de partidos políticos. Una señora, que llevaba unos
cuantos paquetes, hace un gesto despectivo y sigue su camino. Un hombre grita:
“Mentiroso”, y continúa, sin mirar atrás, hacia su destino.
Una mujer aprovecha
el silencio después de la algarabía para manifestar sus sentimientos:
— ¡Ledezma, te
amo!
Con micrófono en
mano, y algo sorprendido por la confesión, el candidato responde:
| Cortesía Prensa Alcaldía Metropolitana |
—Yo te quiero
más a ti, mujer emprendedora y luchadora. Ya verás, cuando Ismael y yo ganemos
el ocho de diciembre, te volveremos una microempresaria.
Lo dijo con
brío, firmeza y convicción. Como el padre que le dice a su hijo que hará de él
un gran hombre. Como el presidente que le dice a su pueblo que les dará
vivienda.
“El concepto del Taita es decimonónico, muy
similar al del caudillo. Es un fenómeno eliminado del país a principios del
siglo XX, pero muy presente en la idiosincrasia venezolana”, afirma el profesor
de historia de Venezuela de la UCAB, Guillermo Guzmán.
Venezuela ha tenido, por lo menos, tres
taitas: José Tomás Boves, José Antonio Páez y Hugo Rafael Chávez Frías.
Individuos que seducían con su carisma, carácter y actitud. No eran los más
inteligentes, tampoco tuvieron las mejores propuestas, al menos no en demasía.
Pero eran necesarios para quienes les dieron su apoyo. Un aprecio casi
dogmático, fueron hombres que se generaron una relación padre-hijo con sus
seguidores.
El mitin
terminó, Ledezma abrazó a Ismael García y al resto de los jóvenes militantes de
partidos que estaban a su lado. Los que antes escuchaban atentos se
dispersaron. Un hombre de mediana edad responde firmemente:
— ¿Qué si me
gusta Ledezma? Sí, de bolas que sí, es el que hace falta.
Blanca Ledezma
define a su hermano como un hombre de carácter paternal, que se preocupa por
todos a su alrededor, de altos valores democráticos. Guzmán opina que, desde
1999, Antonio Ledezma fue uno de los principales adversos a Chávez, hasta el punto en que se consolidó como uno
de los líderes de la oposición venezolana. Pero no el líder máximo. En 2011
retiró su candidatura a las primarias presidenciales —que luego ganó Henrique
Capriles Radonski— por, en sus palabras, no haber sumado a su favor los
respaldos planteados, entre ellos el de AD, que le dio su apoyo al entonces
gobernador del estado Zulia, Pablo Pérez. “Se puso a la orden” de los aspirantes
que permanecieron en la contienda electoral.
Lorena Arraiz,
periodista miembro del equipo de prensa de la alcaldía Metropolitana, lo dibuja
como un hombre que antepone sus ambiciones, que todo político tiene, por
respeto a la democracia. “En su persona es latente una humildad democrática”,
manifiesta.
Los taitas, por naturaleza, no son humildes.
Su poder está concentrado por completo en su figura. Es un padre crítico, toma
decisiones porque sí. Un taita no es, en la praxis, democrático.
Para generar ambiente
en el polideportivo Jesús “Chucho” Ramos de la urbanización San Luis, unas
enormes cornetas negras emitían canciones de campaña. La cancha es pequeña, así
que las ondas sónicas se escuchaban con mucha intensidad. Una decía, entre sus
muchas estrofas, con ritmo de gaita maracucha: “Por Ledezma voy a votar”; otra:
“Es un líder popular, como él no hay quien trabaje”. Algunos presentes
sostienen pancartas en las que se puede leer: “El cambio es el 8D”, “Baruta
vota”.
A las 6:30 pm
comenzó el último mitin del día. Ledezma
llegó acompañado de Uzcátegui y Blyde. Vestía las mismas prendas que utilizó en
Chacaíto. No se le ve cansado.
Los discursos de
Ledezma tratan de ser directos, pero en algunos momentos se deja llevar, y su
verbo cae en construcciones propias de la épica, lleno de metáforas
fantásticas.
Fue el primero
en hablar.
Debido a que en Venezuela el término está
emparentado con el Caudillismo, el taita es percibido como el individuo que
tiene el mando: un comandante. Él es el jefe de sus protegidos en batalla.
—Un pueblo sin
conducción no puede llegar a ninguna parte, de niño aprendí a conocer la
historia de las batallas, y que sobre las aspiraciones de todos está la patria.
Y en esta patria lo que hay es un pueblo arrecho.
El timbre de su
voz es grave, imponente.
—Los convoco en
nombre de la dignidad a mantenernos en pie de lucha. ¡Viva el glorioso pueblo!
Finalizó su
discurso, los presentes aplauden. Se sentó entre Uzcátegui y Blyde. Secó el
sudor de su frente con un pañuelo blanco. Bebió Gatorade de mandarina mientras
escuchaba a los otros candidatos. Se levantó para saludar y cederle el asiento
a la esposa del candidato de Baruta. Envió mensajes por el celular. En algunos
pasajes de su discurso, David Uzcátegui hizo referencia a su persona y los
presentes respondieron con aplausos. Ledezma permaneció en su asiento.
Para finalizar
el acto, cada candidato se dirige de nuevo al público.
En el siglo XIX y principios del XX eran
habituales los enfrentamientos entre caudillos —entre taitas— para tomar el
poder. Eran luchas entre egos.
—El Gobierno
quiere quitarnos el ánimo, pero no podemos dejarnos vencer. Los invito a votar.
La juventud es el futuro, sin ustedes no podemos reconstruir a Venezuela.
Así finalizó un
día de batalla en la campaña electoral del
candidato a la reelección por la alcaldía Metropolitana de Caracas.
| Cortesía Alcaldía Metropolitana |
El taita se alza sobre sus admiradores como
única referencia. El taita no concibe a su pueblo sin su figura. El taita se
yergue sobre su carácter y su fuerza. El taita no permite que alguien le haga
contrapeso. Un taita no cree en la democracia. Un taita no invita a votar.
Felicitaciones Iván...excelente artículo y bien informativo. Saludos desde FL, USA
ResponderEliminarMuy bueno Iván. Muy bien planteada la conexión entre el taita histórico y el político actual.
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