miércoles, 8 de enero de 2014

El taita democrático

Durante la campaña electoral para las elecciones del 8D, el candidato por la MUD a la reelección de la alcaldía Mayor de Caracas, Antonio Ledezma, se empeña con esmero en cada actividad del día. En sus discursos, se manifiestan dos rasgos de su personalidad: el primero, un demócrata con valores muy arraigados; el segundo, un individuo paternalista que recuerda al clásico caudillo decimonónico. Sin embargo, en el transcurso de la jornada, uno domina al otro

Cortesía de Prensa Alcaldía Metropolitana 
La tarde-noche llegó con brisa. El reloj marcaba las 6:30 pm. La cancha de fútbol sala del polideportivo de la urbanización San Luis, en El Cafetal, estaba llena de sillas para que los vecinos —doñas incluidas— pudieran estar cómodos. El ambiente era parsimonioso, las personas esperaban con paciencia. Aguardaban a tres figuras políticas: Antonio Ledezma, David Uzcátegui y Gerardo Blyde. Se trataba del último evento del día para el alcalde Metropolitano.

Taita, del latín tata, o padre. Según la Real Academia Española: voz infantil con la que se designa al padre. En Venezuela el término era usado por el llanero. El taita es una figura paternal, también vista como un protector, como alguien que ayuda, aconseja, apadrina y enseña.

Todo el día en campaña
Normalmente, Antonio Ledezma trabaja desde muy temprano en su despacho de la alcaldía Metropolitana —para la que fue electo en 2008—, ubicado en la avenida Urdaneta. En época electoral, es el lugar en el que menos permanece. Se la pasa en la calle. Asiste a mítines desde las 6 am, y así va, de lugar en lugar, a medida que transcurre el día. El último evento suele empezar a las 7 pm.

Ledezma nació en San Juan de los Morros, Guárico, el primero de mayo de 1955. Es abogado, con postgrado en gerencia pública. En 1973 se unió al partido Acción Democrática (AD), donde militó hasta el año 2000. No obstante, su hermana Blanca Ledezma afirma que desde su época en el liceo Juan German Roscio se interesó en la política. “Siempre estuvo metido en ese mundo. Afortunadamente, nunca ha dejado de lado la humildad. Siempre ha sido sencillo, como buen llanero”, recuerda.

En sus inicios, Ledezma fue discípulo de Ricardo Montilla, miembro fundador de AD y gobernador de los estados Guárico (en dos ocasiones) y Apure. Montilla fue un hombre reconocido por sus valores democráticos. “Mi tío Ricardo reconoció las condiciones de líder y demócrata de Antonio. Durante las campañas electorales compartieron mucho en la casa de mi abuela Cecilia en El Sombrero. Si yo no estaba en casa, él pasaba la noche en mi cuarto”, rememora  Iván García, nieto de Cecilia Montilla, hermana de Ricardo.

El martes 12 de noviembre, a las 12:00 m,  Ledezma  se encontraba, junto a Ismael García, debajo de un toldo en la plaza Brion de Chacaíto. El sol era recio, pero el techo de tela protegía a los presentes. La mayoría de las sillas estaban ocupadas por jóvenes —el resto por señoras que hace tiempo dejaron la adolescencia— de franelas azules que llevan detrás el nombre del candidato llanero. Algunos llevan gorras con la bandera tricolor estampada. Muy cerca del candidato está su equipo de prensa. Algunos transeúntes se detienen a presenciar el acto, otros se quedan por unos cuantos minutos y se van;  y hay los que, sencillamente, siguen su camino.

El alcalde Metropolitano viste camisa azul y jean del mismo color. Utiliza esta combinación con frecuencia en los actos públicos y vallas propagandísticas. “El  objetivo de estos colores no es rejuvenecerlo, porque ¿cómo rejuveneces a un hombre con canas? La idea es mostrarlo sereno”, asevera un integrante de su equipo de prensa.

“¡Ledezma, te amo!”

El candidato  le habla a los presentes y a unas cámaras que filman el encuentro:

—Lo bueno se hace esperar, hay que luchar por la juventud, que es un divino tesoro. Debemos cambiar los tanques por escuelas.

Los jóvenes aplauden y alzan banderas de partidos políticos. Una señora, que llevaba unos cuantos paquetes, hace un gesto despectivo y sigue su camino. Un hombre grita: “Mentiroso”, y continúa, sin mirar atrás, hacia su destino.

Una mujer aprovecha el silencio después de la algarabía para manifestar sus sentimientos:
— ¡Ledezma, te amo!

Con micrófono en mano, y algo sorprendido por la confesión, el candidato responde:

Cortesía Prensa Alcaldía Metropolitana 
—Yo te quiero más a ti, mujer emprendedora y luchadora. Ya verás, cuando Ismael y yo ganemos el ocho de diciembre, te volveremos una microempresaria.

Lo dijo con brío, firmeza y convicción. Como el padre que le dice a su hijo que hará de él un gran hombre. Como el presidente que le dice a su pueblo que les dará vivienda. 

“El concepto del Taita es decimonónico, muy similar al del caudillo. Es un fenómeno eliminado del país a principios del siglo XX, pero muy presente en la idiosincrasia venezolana”, afirma el profesor de historia de Venezuela de la UCAB, Guillermo Guzmán.

Venezuela ha tenido, por lo menos, tres taitas: José Tomás Boves, José Antonio Páez y Hugo Rafael Chávez Frías. Individuos que seducían con su carisma, carácter y actitud. No eran los más inteligentes, tampoco tuvieron las mejores propuestas, al menos no en demasía. Pero eran necesarios para quienes les dieron su apoyo. Un aprecio casi dogmático, fueron hombres que se generaron una relación padre-hijo con sus seguidores.

El mitin terminó, Ledezma abrazó a Ismael García y al resto de los jóvenes militantes de partidos que estaban a su lado. Los que antes escuchaban atentos se dispersaron. Un hombre de mediana edad responde firmemente:
— ¿Qué si me gusta Ledezma? Sí, de bolas que sí, es el que hace falta.

Blanca Ledezma define a su hermano como un hombre de carácter paternal, que se preocupa por todos a su alrededor, de altos valores democráticos. Guzmán opina que, desde 1999, Antonio Ledezma fue uno de los principales adversos a Chávez,  hasta el punto en que se consolidó como uno de los líderes de la oposición venezolana. Pero no el líder máximo. En 2011 retiró su candidatura a las primarias presidenciales —que luego ganó Henrique Capriles Radonski— por, en sus palabras, no haber sumado a su favor los respaldos planteados, entre ellos el de AD, que le dio su apoyo al entonces gobernador del estado Zulia, Pablo Pérez. “Se puso a la orden” de los aspirantes que permanecieron en la contienda electoral.

Lorena Arraiz, periodista miembro del equipo de prensa de la alcaldía Metropolitana, lo dibuja como un hombre que antepone sus ambiciones, que todo político tiene, por respeto a la democracia. “En su persona es latente una humildad democrática”, manifiesta.

Los taitas, por naturaleza, no son humildes. Su poder está concentrado por completo en su figura. Es un padre crítico, toma decisiones porque sí. Un taita no es, en la praxis, democrático.

Para generar ambiente en el polideportivo Jesús “Chucho” Ramos de la urbanización San Luis, unas enormes cornetas negras emitían canciones de campaña. La cancha es pequeña, así que las ondas sónicas se escuchaban con mucha intensidad. Una decía, entre sus muchas estrofas, con ritmo de gaita maracucha: “Por Ledezma voy a votar”; otra: “Es un líder popular, como él no hay quien trabaje”. Algunos presentes sostienen pancartas en las que se puede leer: “El cambio es el 8D”, “Baruta vota”.

A las 6:30 pm comenzó el último mitin del día.  Ledezma llegó acompañado de Uzcátegui y Blyde. Vestía las mismas prendas que utilizó en Chacaíto. No se le ve cansado.

Los discursos de Ledezma tratan de ser directos, pero en algunos momentos se deja llevar, y su verbo cae en construcciones propias de la épica, lleno de metáforas fantásticas.

Fue el primero en hablar.

Debido a que en Venezuela el término está emparentado con el Caudillismo, el taita es percibido como el individuo que tiene el mando: un comandante. Él es el jefe de sus protegidos en batalla.

—Un pueblo sin conducción no puede llegar a ninguna parte, de niño aprendí a conocer la historia de las batallas, y que sobre las aspiraciones de todos está la patria. Y en esta patria lo que hay es un pueblo arrecho.

El timbre de su voz es grave, imponente.

—Los convoco en nombre de la dignidad a mantenernos en pie de lucha. ¡Viva el glorioso pueblo!

Finalizó su discurso, los presentes aplauden. Se sentó entre Uzcátegui y Blyde. Secó el sudor de su frente con un pañuelo blanco. Bebió Gatorade de mandarina mientras escuchaba a los otros candidatos. Se levantó para saludar y cederle el asiento a la esposa del candidato de Baruta. Envió mensajes por el celular. En algunos pasajes de su discurso, David Uzcátegui hizo referencia a su persona y los presentes respondieron con aplausos. Ledezma permaneció en su asiento.

Para finalizar el acto, cada candidato se dirige de nuevo al público.

En el siglo XIX y principios del XX eran habituales los enfrentamientos entre caudillos —entre taitas— para tomar el poder. Eran luchas entre egos.

—El Gobierno quiere quitarnos el ánimo, pero no podemos dejarnos vencer. Los invito a votar. La juventud es el futuro, sin ustedes no podemos reconstruir a Venezuela.
Así finalizó un día de batalla en la campaña electoral del  candidato a la reelección por la alcaldía Metropolitana de Caracas.



Cortesía Alcaldía Metropolitana
El taita se alza sobre sus admiradores como única referencia. El taita no concibe a su pueblo sin su figura. El taita se yergue sobre su carácter y su fuerza. El taita no permite que alguien le haga contrapeso. Un taita no cree en la democracia. Un taita no invita a votar.

2 comentarios:

  1. Felicitaciones Iván...excelente artículo y bien informativo. Saludos desde FL, USA

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  2. Muy bueno Iván. Muy bien planteada la conexión entre el taita histórico y el político actual.

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