Juan Carlos Jiménez define a los
valores como “principios que nos permiten orientar nuestro comportamiento en
función de realizarnos como personas. Son creencias fundamentales que nos
ayudan a preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un
comportamiento en lugar de otro”.
Nos quedaremos
con un elemento de este fragmento: “Creencias que ayudan a preferir un
comportamiento en lugar de otro”.
Ahora, la
pregunta es: ¿de dónde vienen los valores?
El origen se
encuentra, a nuestro entender, en aquello que coloquialmente se conoce como Educación de Hogar, aquella que se
recibe en casa, la que es dada por los padres, por la familia.
La Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela, en el artículo 75, entiende a la
familia como “asociación natural de la sociedad y como el espacio fundamental
para el desarrollo integral de las personas”.
Es decir que el estado ve a la familia como elemento
primordial para la formación del individuo. Dicho de otra manera: el lugar donde
adquieren valores.
Se entienden como
valores conceptos abstractos como: honestidad, responsabilidad, amistad, trabajo. Incluso, el concepto
de familia es muchas veces visto como un valor.
Los valores, a su vez, tienen una contraparte: los
antivalores. Es decir, viéndolo desde épica, el bien y el mal.
Estos fundamentos son los que permiten a un ser humano, sin
que nadie salvo eso que denominaremos conciencia, decirse a sí mismo: “Esto no es correcto”.
Valores: omnipresentes
Los valores están
vinculados a toda actividad humana. Cada partícula de la cultura tiene sus
formas.
Por ejemplo, se espera que un deportista profesional tenga ciertos valores dentro del campo de
juego.
Sacrificio,
respeto, compañerismo, son
algunos de aquellos que deben poseer. De hecho, no es una opción, se les exige
que sean parte de su ser.
Lo mismo ocurre con especializaciones en cualquier área
relacionada con la cultura humana:
arquitectura, ingeniería, periodismo, entre tantas.
Los valores son una parte fundamental del hombre y, por
ende, de la sociedad.
Entonces, en aras de velar por una convivencia saludable, es
necesario que desde el estado hasta la familia direccionen esfuerzos en
inculcar valores a los individuos, para garantizar un país sano, y condiciones
de desarrollo y emprendimiento.
Aquí un gráfico de cómo los valores y los antivalores integran al ser humano:

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